Podemos pasarnos por el Starbucks, comprar un par de cafés y unas magdalenas y llevárnoslo todo a casa. Tirarnos en el sofá. Acariciar al gato. Decirte "oh, está lloviendo" y que se empape la ropa tendida. El sol se va. El comedor se queda a oscuras. Me miras. Te miro. Y recuerdo que habíamos traído cafés. Volvemos a tirarnos en el sofá y comemos y bebemos en silencio, en penumbra. Con el clin-clin de la lluvia de fondo, mojando la ropa. Me das el trocito más grande de chocolate. Te beso la nariz, nos reímos. Soplo al café y te miro de reojo. Bebes. Y ponemos una película. Se hace de noche mientras la lluvia continúa castigando la ciudad. Me recuesto sobre tu pecho. Me acaricias. Me estremezco, te abrazo. Me besas. Escucho tu corazón, lo siento sobre el mío. Me miras. Te miro. Me dices que me quieres...
Y lloro.
Porque recuerda.
Aunque todo sea perfecto.
Nada es para siempre.
Y lloro.
Porque recuerda.
Aunque todo sea perfecto.
Nada es para siempre.
A mi me gusta pensar que el amor si que dura eternamente.
ResponderEliminarUn texto terriblemente intenso, me ha encogido un poquito el corazón de pena.
Un beso!
¡Qué tiernos! ^^
ResponderEliminary que escena más bonita :)
Un petó!
Qué bonito, aunque yo, al igual que Zoe, creo que el amor es para siempre. Aunque cambie siempre se mantiene
ResponderEliminarUn beso
"Nada es para siempre" triste, te sacude el corazón, pero me parece el modo perfecto de terminar este relato. Muy bello
ResponderEliminarEl plan perfecto para un día de lluvia :)
ResponderEliminarUn beso enorme bonita!
Es un verdadero fastidio eso de estar en un momento en el que desearías que se parase el tiempo y ¡plum! te das cuenta de que, se termina. Porque las manecillas no se paran.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho :)
Era todo tan dulce hasta que llegó el final, pero es así ¿o no? carpe diem ante todo, no sabemos cuándo acabará eso que tanto nos hace felices.
ResponderEliminar