¿Dónde estoy?

Me quisiste a bocajarro. Fue imposible no morir en el intento.

9.9.10

5/365 Corazones de hielo que saben amar

La calle estaba casi tan preciosa como ella. La nieve caía sobre los árboles y las luces iluminaban su sonrisa que brillaba como la de una niña. Corría avenida abajo helándose la nariz y riendo a carcajadas, lanzándome bolas de nieve y cayendo al suelo de vez en cuando. Yo apresuraba el paso para ayudarla pero ella me frenaba con la mano y se levantaba de nuevo, contenta y divertida. Por verla así, me gustaría que fuera 29 de Diciembre todos los días. La gente la miraba y susurraban cuando pasaban por su lado, pero a ella no parecía importarle. Seguía contando los copos que caían sobre su hombro y tirando de mi brazo cada vez que veía un nuevo árbol decorado un muñeco de nieve vestido de gala.
Yo caminaba unos pasos detrás de ella, disfrutando de cada uno de los gestos que me regalaba aquella tarde. El cielo estaba morado del frío y la noche amenazaba con sorprendernos en medio de su oscuridad, pero las luces de colores y la estrella de sus ojos hacían que pareciese de día. Tenía las botas húmedas y la bufanda se le había caído sobre la nieve, yo la recogí y la metí como pude en mi bolsillo, sabía que no se daba cuenta de nada porque nada le importaba más que aquellos instantes de felicidad helada.
De pronto paró sus juegos inventados, las risas y las carreras. Se giró y me miró seria, con la cara tan fría como el viento que me cortaba las manos. Se acercó corriendo y me envolvió en un abrazo que hizo que me olvidara del clima. Ella podía ser primavera en medio de la más espantosa tormenta.
- ¿Ocurre algo?
- ¿Y si se me congela el corazón?
- Volveremos a casa y te prepararé un chocolate caliente.- Le acaricié el pelo igual que un padre tranquiliza a su hijo en mitad de la noche.
- No,-Negó con la cabeza.- no ahora. ¿Y si algún día se me congela y no puedo amarte más?
- Entonces,- saqué la bufanda y rodeé su cuello con dulzura, como si fuera una muñeca de hielo a punto de romperse.- nos iremos a vivir al interior de la nevera o al Polo Norte, para que se conserve bien. Porque estoy seguro de que hasta con el corazón congelado seríamos capaces de seguir amándonos.



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5 comentarios:

  1. Todos tus relatos me encantan!! Pero este en particular me ha gustado muchiiiiiisimo!!!
    Me encanta tu forma de escribir.

    Att: Ainhoa ^_^

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  2. Precioso *_* corto pero intenso, este me ha gustado mucho ^^

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  3. Que precioso el final, amo como escribes lo sabes no. :)

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  4. relindo! =)
    siga así que llegará lejos.

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