Lo cierto es que nunca he tenido muchos amigos. Y sinceramente tampoco he conocido a mucha gente que los tuviera. Mi vejez ha ido de la mano con la mala suerte de ver morir a muchos de mis conocidos. Y si algo me ha enseñado esa experiencia, es que sólo tus verdaderos amigos acuden a tu funeral. Los demás se desentienden de ceremonias, lloros, consuelos incómodos y demás cosas que sólo soportaría alguien a quien de verdad le ha importado tu presencia a lo largo de los años.
Lo malo para esas personas, al igual que para mí, es que nunca sabré quién vendrá a mi funeral.
Los funerales son los eventos perfectos para decir cosas que siempre pensaste de una persona y nunca te atreviste a decir en voz alta delante de ella, pero sí a sus espaldas. Por eso mismo creo que los amigos de verdad nunca deberían ir a un funeral y recordar al fallecido a su manera.
ResponderEliminarLo mismo pensaba mientras leía. Entonces, ¿Quienes vendrían?
ResponderEliminarMuy lindo texto.
Un beso.
Cuánta sinceridad esconde este relato.
ResponderEliminarMe identifico con tús palabras.
me recuerdas a mí, hace unos años.
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