¿Dónde estoy?

Me quisiste a bocajarro. Fue imposible no morir en el intento.

17.8.12

Notas en la nevera


Había magdalenas por todas partes. Encima de la cómoda, llenándolo todo de migajas bajo las sábanas de la cama, en bandejas sobre la encimera, en la mesita del café y rodando divertidas entre las patas de Caramelo. El gato las relamía goloso, llenándose de azúcar los bigotes, hundiendo el hocico con mimo en la esponjosa textura, como temiendo que pudieran terminarse en cualquier momento.
Hubo un tiempo en el que hacer magdalenas era lo único que conseguía relajarla en todo el mundo, más que los interminables baños de burbujas y los vaporosos cigarrillos sentada en la ventana. Romper los huevos, verter la cantidad justa de leche, chocolate, mantequilla... Amasar la mezcla mientras tarareaba una canción, cerrar los ojos e inspirar el aroma de la masa. Rebañar un poquito con el dedo y degustarla como si fuera un secreto, como si su madre fuera a aparecer en cualquier momento para decirle que eso no se hacía. Rellenar con cuidado los moldes, calentar el horno y mirar a través del cristal cómo el calor y la levadura las hacía crecer poco a poco. Cómo el olor a magdalenas caseras inundaba primero la cocina y luego la casa entera. Cómo Caramelo acudía sigiloso hasta los pies de su dueña y le suplicaba entre ronroneos y suaves caricias en las piernas que le diera un poco. Hubo un tiempo en el que sólo le permitía probar un trocito, "uno y no más", le decía "o si no te pondrás rechoncho". Pero ese tiempo, al igual que el tiempo en el que las magdalenas eran lo único que la relajaban en el mundo entero, había pasado.
El cielo se había convertido en un manto gris y la tristeza de noviembre se reflejaba en la tranquilidad del mar. Desde la ventana podía verse la playa desierta, las olas que besaban las comisuras de la costa. El frío seco que no llegaba a helarte pero te avisaba de que pronto llegarían las primeras nevadas.
Se ajustó la chaqueta de lana a los hombros y se sentó en el alféizar, perdiendo los pensamientos en el horizonte, intentando lanzarlos lejos con la esperanza de que alguna gaviota los cogiera al vuelo y se los llevara hasta el infinito. Toda la casa olía a magdalenas. Sólo se escuchaba la tranquilidad del mar y los juegos de Caramelo intentando quitar el envoltorio de los dulces.

- Podría empezar a tomar copas de vino. Y terminarme las botellas que se acumulan cada Navidad. -Le dijo a la nada, pero Caramelo levantó la cabeza y escuchó.-Empezar a pintar, paisajes no me faltan. Encerrar barcos en botellas de cristal o conocer a alguien por Internet. Cualquier cosa. Pero, ¿sabes? -Se levantó y cogió al animal que, en cierta parte molesto, lamentó que lo alejaran de su desayuno. -Tampoco creo que me sirviera. ¿Te acuerdas de las notas que me dejaba en la nevera? "Acuérdate de barrer las hojas del patio". Y aunque me fuera a ver la televisión o a holgazanear un poco, siempre que entraba en la cocina me acordaba de que tenía que barrer las hojas del patio. -Dejó a Caramelo sobre un taburete en la cocina y le quitó el envoltorio a una de las docenas de magdalenas que había repartidas por toda la cocina. Pellizcó en la masa y se la ofreció al minino con una media sonrisa. -Pues ahora me siento igual. Aunque haga magdalenas, aunque pase las horas en la ventana, aunque intente distraerme con cualquier cosa... Todo se va a la mierda cuando vuelvo a encontrarme con esa nota en mi cabeza 


"No puedes olvidarle".


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7 comentarios:

  1. muy delicado y con bastante juego,
    si si, está muy bien :)

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  2. Aunque algo triste y melancólico, un relato delicioso, como esas magdalenas :)

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  3. Muy bonito, triste y bonito, aunque yo sigo echando de menos a Alicia :)

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  4. Hay cosas que acaban por echar raíces en nuestro interior y que por más que lo intentemos, es prácticamente imposible olvidarlas.
    Un beso enorme :)

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  5. Me encanta el blog!!! lo leo simpre!!!! Gracias por publicar esta dulsura.

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  6. Hay cosas que no necesitan de notas para ser recordadas, cosas que tampoco pueden ser olvidadas. Me gusta tu blog, te leeré.

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  7. Es algo triste, pero me ha encantado como todos :))

    Un beso x)

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