¿Dónde estoy?

Me quisiste a bocajarro. Fue imposible no morir en el intento.

6.2.11

Las miserias de Le chat botté

Solíamos dejarnos caer por Le chat botté, un desgastado pub manchado con las depresiones y calamidades de sus parroquianos. Yo lo frecuentaba o, más bien, me dejaba arrastrar cuando la mierda apenas me dejaba respirar y caía en la profunda convicción de que acabaría en una bañera llena de pastillas si no me sacaban de casa.
Cuando los vasos llenos comenzaban a desfilar por delante de mis narices hacía lo imposible por olvidarme de lo que me rodeaba y pensar que sólo existíamos el alcohol y yo, aquella maravillosa droga que arrullaba mis pensamientos y los adormecía lenta y maliciosamente hasta hacerme perder el control de mis actos, el punto en el que abandonaba la realidad y me entregaba a mis miedos. Todo esto no sería tan malo si sólo ocurriera una vez al mes, dos a lo sumo. Pero las prostitutas que se congelaban la entrepierna en la puerta de Le chat botté y que conocían mi cara mejor de lo que cabía esperar delataban que mi vida se hundía a una velocidad de vértigo.
"¿Te arrepientes de tu vida?" Esa era sin duda la pregunta con la que esperaba encontrarme algún día después de despertar sobre la cama de algún hospital desconocido. Lo único que todavía estaba en el aire eran los labios que la pronunciarían. Mi madre, a más de cinco metros bajo tierra y con el recuerdo amoratado en mi memoria sin duda hubiera vuelto a dar su vida porque jamás se diera la situación y, mi padre, dudo que se viera en condiciones de levantarse del sofá sin tambalearse o vomitar toda la porquería que estaba acumulando durante estos años.
- Tío, vámonos ya.
Aquella era la señal que me decía que ya era suficiente autodestrucción por aquella noche, suficiente antes de entregarle mi consciencia a cualquier pesadilla que aguardara paciente una jornada más sobre la almohada. Pero sabía que no sería la última, no mientras los fantasmas deambularan sobre mi cabeza con sus pegajosos reproches y sus visiones de un futuro no muy lejano que pintaba oscuro y maloliente. No mientras volver a casa significara poner la música más alta de lo que mis gritos pudieran superar. No mientras Le chat botté se conociera mi cara y mi historia mejor que el espejo.


Pregúntame o haz tu comentario en: http://www.formspring.me/roxyescritora

9 comentarios:

  1. Que dureza, me da miedo lo bien que has expresado los sentimientos del personaje, creo que me he metido demasiado en las historia.

    ResponderEliminar
  2. No sé muy bien porqué,pero me gustan estas historias de autodestrucción. Siento debilidad por todas ellas.
    Un beso =)

    ResponderEliminar
  3. Sin duda algo que hacen cada uno de los hombres que creo encontrar todos los días dejando su vida en un vaso de alcohol a palo seco.

    Me ha encantado.

    ResponderEliminar
  4. Realmente impactante, ese sentimientobtan depresivo, no se todo en general engancha y en varios aspectos me siento identificada con el. Escribes realmente bien. Sigue así!!! Besos

    ResponderEliminar
  5. Me has puesto la piel fe gallina
    Un beso :)

    ResponderEliminar
  6. Increíble Roxy, me has hecho meterme en el papel y sentirlo en mi misma. Tienes un talento especial para esto, y se nota que te gusta lo que haces.

    ResponderEliminar
  7. Lo oscuro, lo negativo, lo auto-destructivo... forma parte de la vida con la misma intensidad que sus contrapuntos. En pocas palabras, cada uno es el extremo de un mismo camino. Con este relato me has hecho entrar en el espíritu de un hombre entregado a su destino. Un beso. =))

    ResponderEliminar
  8. Me he visto allí sintiendo lo mismo que la protagonista, realmente espeluznante...
    Saludos :)

    ResponderEliminar

¿Me das un poquito de lo que desayunas?