¿Dónde estoy?

Me quisiste a bocajarro. Fue imposible no morir en el intento.

8.7.10

En París se besa mejor

El verano se ceñía sobre las calles de París, abarrotadas de acalorados turistas y parisinos que aprovechaban la madrugada para ventilar sus risas y abanicar el insomnio.
Era su última noche allí y la habían aprovechado al máximo paseando durante horas por cada callejón y terminando en el pícaro distrito rojo, custodiado por el Moulin Rouge que reinaba orgulloso y brillante ante la entusiasmada multitud. Cogió su mano y la condujo entre bailarinas de Cabaret que lanzaban besos a los hombres y vivarachos comerciantes que animaban a pasar a las tiendas a cualquiera que pasara frente a la puerta.
-Todavía no me has llevado a bailar.
-Estaba esperando el momento adecuado.
-¿Y cuál es?
-Ahora mismo.
Apretó su mano con fuerza y la empujó hacia su pecho, quedando ella hundida en su camiseta con las mejillas tan rojas como las luces de la calle y los pulmones hinchándose y deshinchándose con rapidez. Él sonrió como solía hacerlo cuando se sentía un triunfador. La hizo girar y moverse al ritmo de sus pies, un violinista aceleró el compás de sus notas hasta ponerse a la altura del improvisado baile de los enamorados. Los transeúntes hicieron un corrillo de excitación y conmoción en varios idiomas distintos, pero ella ya no temía por nada, sonreía ante la mirada del joven que la había llevado a bailar al centro de París con un violinista personal y la Luna entrando por sus pupilas. La alzó en el aire, rieron, la gente aplaudía, dio vueltas, la estrechó contra su pecho y la alejó haciéndola girar, se agotaron y se amaron bajo el Moulin Rouge y las palmas de unos desconocidos hambrientos de pasión.
Cuando sus pasos hacían intentos por detener la frenética danza y buscar algo de descanso, una lluvia inesperada y de verano atacó sin piedad la calle roja de París. La gente corrió sin dirección, cubriéndose las cabezas e intentando mantener secas sus adquisiciones y complementos. El horizonte se convirtió en una cortina de agua anunciada por los truenos que hicieron enmudecen el violín. Respiraron profundamente, sin pausa, llenando su cuerpo de amor y humedad, sintiendo la respiración del otro más cerca de lo que nunca la habían sentido.
-Pero es que no sé bailar...
Él volvió a suspirar, ahora como lo hace cualquier enamorado cuando siente que ella ha muerto en sus brazos, y puede acariciar su corazón y besarlo como si fuera el último tesoro del planeta. Apretó su espalda y la estrechó con fuerza notando su vestido mojado que se le pegaba al pecho. Cuando la lluvia hubo acariciado cada rincón de su piel, llegó el beso que habían estado esperando desde que comenzó a sonar la música. La carretera se convirtió en un escenario y ellos en los actores de la mejor obra que pudieron disfrutar: La de su propio romance.
Y es que en París se besa mejor.


Cualquier pregunta o comentario, aquí: http://www.formspring.me/roxyvarlow (:

3 comentarios:

  1. Lo atestiguo pues lo he probado. ¡¡En París se besa mejor!!! (Pasé el viaje de novios allí jajajajaja) Muy bonito, Roxy, pero eso no es nuevo...

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  2. Jajajaja. ¡esa es la descripción del beso que te pedí!
    Y es que es realmente mágico, ¿eh? ;)

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  3. Sí n_n Es que en cuanto te lo describí dije: ¡Qué escena! Y me puse a relatarlo casi a las dos de la madrugada. Espero que no te importe que lo haya subido (:

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