Cuando pierdo una mirada, intento buscarala en el último sitio donde la dejé (como me aconsejaba mi madre), pero sus ojos son tan profundos que cuando vuelvo a mirar en ellos, ya se la han tragado como un mar eterno y oscuro. Si me lanzo a nadar en ellos, sé que bucearé entre el otoño y la primavera, arrullada por el marrón y el verde que esconde bajo sus párpados. Si los cierra soy capaz de quedarme dormida para siempre en la tranquilidad de sus ojos, soñando con ver un nuevo amanecer a través de ellos, esperar a que madure y poder desayunarlo a la mañana siguiente, convertido ya en un atardecer de los que vemos abrazados antes de quedarnos dormidos en la piel del otro. A veces me enredo en sus pestañas y me hacen cosquillas en el corazón, lo aceleran y luego relajan con su armónico pestañeo. Y luego, cuando busco el momento perfecto para besarle la nariz, me atrapa con su mirada y ya no hay forma de evitar decirle 'te quiero'.
A veces, cuando pierdo una mirada, apreto fuerte los ojos y deseo que esté ahí cuando los abra. Pero cuando me doy cuenta, vuelvo a estar atrapada y mecida en el mar que oculta bajo sus párpados.
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No he podido evitar relacionar tu entrada con la rima de BÉcquer;
ResponderEliminarLos suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?
Me encanta Becquer!!
y Empiezas a encantarme tú!!
Continúa. BEsos
Qué grande Becquer (: A mí también me gusta muchísimo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Yolanda.
¡Un beso grande, grande para ti!
Te he dejado una sorpresita en el blog!! Besos
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